martes, 6 de septiembre de 2016

LA COMPRENSIÓN DE UNO MISMO

 Hace muchos años, en La división del trabajo, Émile Durkheim comprendió el inmenso valor que los individuos confieren al hecho de ser capaces de incluirse en una categoría. En la década de 1970 los hombres tenían un profundo interés en el trabajo como fuente de honor familiar y comunal, con total independencia de las satisfacciones que el empleo les produjera por sí mismo. Esto quiere decir que a los trabajadores lo que les importaba era en la posición social que los ponía su oficio, así mismo los trabajadores veían a las organizaciones. Poniendo en práctica la "ética protestante". Como demostración podemos destacar que en Estados Unidos y Gran Bretaña trabajar para el gobierno significaba en particular acceder al estatus del funcionario.Resultado de imagen para clase trabajadora 1970

La ética protestante de Max Weber.
El motor temporal que impulsa La ética protestante es la gratificación diferida en nombre de las metas a largo plazo. Weber creía que este motor temporal era el secreto de la jaula de hierro, ya que la gente se encerraba en instituciones fijas porque esperaba poder permitirse al final una recompensa futura. La gratificación diferida hace posible la autodisciplina. Es decir, soportamos todo lo que venga en el trabajo con tal de conseguir la gratificación final que habíamos visualizado.
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