lunes, 26 de septiembre de 2016



                      ¿Deberíamos preocuparnos por los avances tecnológicos?





CPG Grey, un genial youtuber americano, habla sobre el posible futuro de la humanidad al conseguir un alto desarrollo tecnológico. Tiene una visión un tanto pesimista sobre lo que vendrá, señalando el hecho de que debido a que las máquinas harán las cosas con mucha más eficiencia que los humanos, las personas se quedarán sin trabajo. Naturalmente, este tipo de ideas inducen al pánico, al menos a largo plazo. Sin embargo, ¿realmente es tan malo como parece? Es decir, un futuro en donde los robots hagan básicamente todas aquellas actividades que el humano debe por obligación hacer nos liberará de una carga inmensa y le permitirá al individuo hacer lo que quiera hacer y no lo que tenga que hacer.
Desde mi realidad a nivel universitario no es raro encontrar chicos con grandiosos talentos artístico, científicos o sociales estudiando carreras que nada tienen que ver con sus gustos y aptitudes, y ¿Cómo culparlos? ellos deben asegurar un empleo que les proporcione el sustento para sobrevivir, y en nuestro país, al igual que en la mayoría de los países, no todas las carreras garantizan estos.
Es cierto que suena un poco utópico, pero en una sociedad en donde las máquinas cubran nuestras necesidades podríamos dedicarnos a lo que nos apasiona, y como las genialidades nacen del amor a lo que se hace y del deseo de conocer, indudablemente lograremos cosas grandiosas.



martes, 20 de septiembre de 2016

La Oveja Negra

Érase un país donde todos eran ladrones. Por la noche cada uno de los habitantes salía con una ganzúa y una linterna para ir a saquear la casa de un vecino. Al regresar al alba, cargado, encontraba su casa desvalijada.
Y todos vivían en concordia y sin daño, porque uno robaba al otro y éste a otro y así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al primero.
En aquel país el comercio solo se practicaba en forma de embrollo, tanto por parte del que vendía como del que compraba. El Gobierno era una asociación creada para delinquir en perjuicio de los súbditos y, por su lado, los súbditos sólo pensaban en defraudar al gobierno.
La vida transcurría sin tropiezo, y no había ricos ni pobres. Pero he aquí que no se sabe cómo, apareció en el país un hombre honrado. Por la noche, en vez de salir con la bolsa y la linterna se quedaba en casa y leía novelas.
Llegaban los ladrones, veían la luz encendida y no subían.
Esto duró un tiempo, después hubo que darle a entender que si el quería vivir sin hacer nada, no era una buena razón para no dejar hacer a los demás. Cada noche que pasaba en casa era una familia que no comía al día siguiente.
Frente a estas razones el hombre honrado no podía oponerse. También él empezó a salir por las noches para regresar al alba, pero no iba a robar. Era honrado, no había nada que hacer. Iba hasta el puente y se quedaba allí, miraba pasar el agua. Volvía a casa y la encontraba saqueada.
En menos de una semana el hombre honrado se encontró sin un centavo, sin tener que comer, con la casa vacía. Pero hasta aquí no había nada que decir, porque era culpa suya; lo malo era que de ese modo suyo de proceder nacía un gran desorden. Porque él se dejaba robar todo y entretanto no robaba a nadie.
De modo que siempre había alguien que al regresar al alba encontraba su casa intacta: la casa que él hubiera debido desvalijar. El hecho es que al cabo de un tiempo los que no eran robados llegaron a ser más ricos que los otros y no quisieron seguir robando.
Y por otro lado, los que iban a robar la casa del hombre honrado la encontraban siempre vacía. De modo que se volvían pobres.
Los que se habían vuelto ricos se acostumbraron a ir también al puente por la noche, a ver correr el agua. Esto aumentó la confusión, porque hubo muchos otros que se hicieron ricos y muchos otros que se hicieron pobres. Pero los ricos vieron que yendo  de nuche al puente, al cabo de un tiempo, se volvían pobres y pensaron: "paguemos a los pobres para que vayan a robar por nuestra cuenta".
Se firmaron contratos, se establecieron los salarios, los porcentajes. Naturalmente, siempre eran ladrones y trataban de engañarse unos a otros. Pero como suele suceder, los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Había ricos tan ricos que ya no tenían necesidad de robar o de hacer robar para seguir siendo ricos. Pero si dejaban de robar se volvían pobres, porque los pobres les robaban.
Entonces pagaron a los más pobres de los pobres para defender de los otros pobres sus propias casas, y así fue como instituyeron la policía y construyeron las cárceles.
De esta manera, pocos años después del advenimiento del hombre honrado, ya no se hablaba de robar o de ser robados, sino sólo de ricos o de pobres; y, sin embargo, todos seguían siendo ladrones.
Honrado sólo había sido aquel fulano, y no tardó en morirse de hambre.

-Italo Calvino

Una sociedad sin respeto

El respeto presupone una mirada distanciada. Nos guardamos el mirar curiosamente durante un contacto respetuoso con los demas. Este es una de las partes mas vitales de nuestra sociedad y nostros como individuos.

 Una sociedad sin respeto, sin pathos de la distancia, conduce a una sociedad del escándalo. El respeto constituye la pieza
fundamental para lo público. Donde fuese a
desaparecer el respeto, decaeria lo publico.

Hoy en dia reina una total falta de respeto, en la que la intimidad es expuesta públicamente. Si seguimos en nuestro camino actual, nuestra sociedad sin respeto entrara a una crisis irreversible. Debemos hacer lo posible por restaurar esa distancia.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Tecnología en nuestra sociedad Moderna

Hoy en día no es raro que las personas en nuestro alrededor tengan smartphones u otros dispositivos inteligentes, es mas seria raro que no lo tuvieran ya que nos facilita y nos acomoda muchas cosas en la vida como: comunicación, trabajo, fotos y videos, información, entretenimiento, entre otras. Sin embargo, esto puede volverse una prisión, y con esto no me refiero a una prisión física en una celda con barras, sino a una en la que ya no podemos vivir sin estos aparatos tecnológicos, en la cual en nuestra vida cotidiana se nos haga difícil sin estos aparatos.


jueves, 15 de septiembre de 2016

Una sociedad de rostros borrosos




Mucho se ha hablado y debatido acerca de la nueva generación de la información y la tecnología. En general, pudiéramos decir que el mundo está dividido entre el creciente temor hacia el futuro, y las ansias de presenciar lo que este depare para dicha generación. Las computadoras, el internet, los teléfonos inteligentes han logrado mantener a la humanidad en un estado de expectativa, sin embargo, un factor que pocos ven es el efecto negativo de todo esto en el comportamiento humano: nos hemos convertido en una sociedad sin mirada ni rostro. 

Lo digital ha separado al hombre de lo real, haciéndonos olvidarnos del otro, y creándonos una realidad absurda y narcisista en la que nosotros mismos somos el centro de atracción. Creemos que la conectividad representa comunicación, sin embargo, la parte verbal de la comunicación es muy escasa. Una gran variedad de gestos y expresiones de la cara son de vital importancia. Es por esto que el espectro de función comunicativa de los aparatos tecnológicos no es mas que eso, un espectro. Así lo presenta Byung-Chul Han en su obra El Enjambre, donde dice que "El smartphone es un aparato digital que trabaja con un input-output pobre en complejidad. Borra toda forma de negatividad. Con ello se olvida de pensar de una manera compleja. Y deja atrofiar formas de conducta que exigen una amplitud temporal o una amplitud de mirada. Fomenta la visión a corto plazo. Fomenta el corto plazo y la mirada de corto alcance, y ofusca la de larga duración y lo lento."

Hoy en día no es posible apreciar el rostro, su profundidad y las emociones reflejadas en los ojos. Estamos acostumbrados a vernos los unos a los otros a través de una pantalla, las personas mostrando solo la parte que les conviene, pero no nos vemos realmente. 

martes, 6 de septiembre de 2016

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                                                     Divagaciones en el Tapón



Cada mañana tardo aproximadamente una hora para recorrer  siete kilometros desde mi casa hasta la universidad, lo que implica tener que levantarme unas dos o tres horas antes de mi primera clase del día, y, fruto de mi vagancia me pongo a analizar las razones por las cuales tengo que perder mis preciadas horas de sueño.

¿Por qué tardo una hora en un recorrido de siete kilometros si voy en un vehículo que puede recorrer unos 60km/h?

Encuentro la respuesta justo al otro lado del parabrisas: una inmensa fila de vehículos que imposibilitan mi avance.
Los tapones son el natural resultado de la incapacidad de coordinación entre los conductores y aunque es imposible lograr que cada persona esté perfectamente coordinada con las demás, se crean una serie de reglas que, si todos siguen, pueden resolver este tipo de problemas con relativa facilidad. Si cada conductor acata las leyes de tránsito al pie de la letra, los tapones, sin lugar a dudas, desaparecerán.

Y sería  realmente genial, todos hacen lo que deben hacer y vivimos felices para siempre.

Pero... las cosas no funcionan así.

Somos muchísimas personas, cada una con ideas, actitudes, opiniones y prioridades que influyen en todos los aspectos de su vida, incluyendo su manera de conducir, por lo que lograr que cada individuo tenga el deseo y la capacidad de acatar las normas es mas bien imposible.

Entonces, ¿qué? ¿estoy destinada a pasar incontables horas de mi vida en medio de un tapón? 

Probablemente si. Sin embargo, puedo soñar con una mejor situación porque existen formas de resolver los problemas del tráfico. Son soluciones viables, que aunque requieran un esfuerzo considerable, traerían muchos beneficios.

Y resulta que, sin ser sorpresa para nadie, la solución ideal viene de la mano de la ciencia y la tecnología, esta es, el vehículo autónomo, esto a cualquier dominicano le suena más a un asunto de ciencia ficción, sin embargo, forma parte de una realidad cada vez más cercana.

El vehículo autónomo es aquel que puede manejarse solo, sin necesidad de ser controlado de forma directa por una persona, gracias a tecnologías como el radar, el láser, el posicionamiento global y la visión computarizada. 

La implementatión de vehículos autónomos traería un sin número de beneficios de índole exonomico, social y medio ambiental. 

Las tecnologías que se requieren para lograrlo están altamente desarrolladas, por lo que la incapacidad no es un pretexto. Podemos resolver este y muchos otros problemas fácilmente,  todo lo que se necesita es voluntad.

Conocimiento y poder


El filósofo francés Michel Foucault fue el gran analista moderno de las maneras en que el conocimiento confiere determinadas formas de poder. Este autor tenía en cuenta el desarrollo de conocimiento cada vez más elaborado y más denso que serviría a los fines de un control cada vez mayor sobre individuos y grupos.

Michel Young acuñó el término «rneritocracia», y con éste intentó describir con tintes dramáticos la situación de una sociedad en la que una pequeña porción de gente capacitada puede controlar a la sociedad entera. Foucault analizó más detalladamente esa dominación; la élite se metería bajo la piel de las masas haciéndoles sentir que no se entienden a sí mismas, que no son intérpretes adecuados de su propia experiencia vital.

Los individuos que carecen de talento se vuelven invisibles, simplemente desaparecen de la vista en instituciones que encubiertamente juzgan la capacidad más que el resultado real. Otra vez, aquí las organizaciones repiten algo que tal vez la gente ya ha experimentado en la escuela en una etapa anterior de su vida. Los jóvenes a los que se considera desprovistos de talento no sobresalen como individuos con características propias, sino que se convierten en cuerpo colectivo, en masa. La meritocracia, tal como la entiende Young, es un sistema y al mismo tiempo una idea, un sistema basado en la indiferencia institucional una vez se ha juzgado a una persona.

El problema no es sencillo, justamente porque las búsquedas de talento no tratan de echar una red amplia capaz de recoger por igual los diversos tipos de capacidades que puedan poseer los distintos individuos; la búsqueda de capacidad potencial es estrecha de miras.

A menudo, aquellos de quienes se ha prescindido son buenos intérpretes de su experiencia: en realidad, no han sido juzgados justamente sobre la base de sus resultados.

En resumen, el espectro material de la inutilidad saca a la luz un grave drama cultural. ¿Cómo se puede llegar a ser valioso y útil a ojos de los demás? La manera clásica de hacerlo es la propia de la artesanía, es decir, mediante el desarrollo de algún talento especial, de alguna capacidad particular.

En el curso del tiempo, la sociedad ha refinado la tecnología de búsqueda de talento extraordinario, explorando la potencialidad para crecer y no los logros del pasado.

El Talento y el fantasma de la Inutilidad

En su libro la cultura de un nuevo capitalismo, Sennet habla de este tema en nuestra sociedad moderna. Se refiere a este tema desde el punto de vista del trabajador y también del buscador de empleados. Actualmente lo que ocurre en sociedades modernas es la búsqueda de mano de obra barata pero a su vez talento barato,  a la automatización que puede cumplir varias tareas a la vez, y a dejar de cuidar de los trabajadores mas veteranos cuando ya estén jubilados con pensiones y otros detalles.

Este temor no es nuevo, se ha ido gestando en las transformaciones ocurridas en las sociedades tradicionales y modernas, en años previos a la revolución industrial. Pero en las economías globales, ese temor adquiere nuevos matices que interesa explorar, al menos para que el fantasma cobre cuerpo. Tres son las fuerzas que a juicio de Sennett conforman este temor. La globalización de la fuerza del trabajo, las tecnologías y la edad o el envejecimiento. 

Autoridad y Control

Desde el inicio de nuestra sociedad, el control ha ido de la mano con el poder. Aquellos que han obtenido poder atraves de nuestra historia, han efectivamente sostenido algun tipo de control sobre los que estan a su alrededor. Ahora bien, estas figuras figuras perderian su autoridad a no ser por el apoyo de sus seguidores.

La autoridad designa un conjunto de procesos sociales de dependencia. Es decir, aquellos que apoyan a las figuras autoritarias dependen de las mismas. Esto se debe a que los seguidores se identifican con la figura. Ven en esta lo que a ellos les falta y buscan completarse.

Sin importar el lugar y periodo de tiempo, siempre existiran aquellos que ejercen cierta autoridad sobre otros. Debemos recordar que esto no es tirania, sino algo que es apoyado por una cantidad considerable de personas llamadas seguidores.

LA COMPRENSIÓN DE UNO MISMO

 Hace muchos años, en La división del trabajo, Émile Durkheim comprendió el inmenso valor que los individuos confieren al hecho de ser capaces de incluirse en una categoría. En la década de 1970 los hombres tenían un profundo interés en el trabajo como fuente de honor familiar y comunal, con total independencia de las satisfacciones que el empleo les produjera por sí mismo. Esto quiere decir que a los trabajadores lo que les importaba era en la posición social que los ponía su oficio, así mismo los trabajadores veían a las organizaciones. Poniendo en práctica la "ética protestante". Como demostración podemos destacar que en Estados Unidos y Gran Bretaña trabajar para el gobierno significaba en particular acceder al estatus del funcionario.Resultado de imagen para clase trabajadora 1970

La ética protestante de Max Weber.
El motor temporal que impulsa La ética protestante es la gratificación diferida en nombre de las metas a largo plazo. Weber creía que este motor temporal era el secreto de la jaula de hierro, ya que la gente se encerraba en instituciones fijas porque esperaba poder permitirse al final una recompensa futura. La gratificación diferida hace posible la autodisciplina. Es decir, soportamos todo lo que venga en el trabajo con tal de conseguir la gratificación final que habíamos visualizado.
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